jueves, 29 de noviembre de 2007

El circo de los "centristas"

La derecha "centrista", esa que apoya las 'rebeliones cívicas' de Alcaraz injuriando gobiernos legítimos (ya sabemos que hay injurias e injurias, y si no que se lo pregunten a los responsables de El Jueves), ha demostrado una vez más su respeto a las instituciones que dicen defender y a las personas que las representan. En este caso, en la última sesión del Congreso de los Diputados durante la reprobación de la Ministra de Fomento, sucedió un hecho que me llema de indignación y del que no se han hecho eco los medios de comunicación con la importancia que considero que tiene. El señor Joaquín Calomarde, ex-diputado por el Grupo Popular y hoy diputado del grupo mixto tras su baja del PP, sufrió una serie de abucheos, insultos e imputación incluso de delitos a la hora de emitir su voto. Hoy publica su versión de los hechos en un periódico digital y creo que no tiene desperdicio. Está visto que el más puro estilo "Martinez-Pujalte" se va imponiendo en el PP y, tal y como dice su lema de campaña, "Con Rajoy es posible"... (desacreditar aún más la política).

Sí, lo confieso, yo voté ayer por la tarde en contra de la reprobación de la Ministra de Fomento, Sra. Alvárez. Y lo volvería a hacer hoy exactamente igual. Diré por qué a los amables lectores de El Plural. Era la primera vez que se pedía, en esta legislatura y casi en los años que llevamos de democracia, la reprobación pública de una ministra del Gobierno de España en el Parlamento. Naturalmente que el grupo que encabezaba la moción tiene toda la legitimidad para hacerlo, la misma que la de los demás diputados y diputadas de la Cámara para apoyarla o no. El Grupo Popular pidió votación nominal tal y como prevé el reglamento, sistema al que accedió el presidente Marín. Así pues, y por llamamiento se fue indicando el nombre de cada una de sus señorías para que, públicamente, emitiesen su voto.

Llegado el momento en que se pronunció mi apellido, a duras penas, pude decir “no” a la reprobación, que fue el sentido de mi voto, por el abucheo al que fui sometido por mis ex compañeros del Grupo Popular, seguido, eso sí, de insultos personales, algunos gravísimos y la imputación incluso de delitos, amén de recuerdos a mi familia, a mi madre, fallecida desgraciadamente hace 11 años. Los exabruptos fueron de tal magnitud que algunos diputados –gracias a todos ellos-, me acompañaron hasta la salida de la puerta del Congreso una vez finalizado el Pleno, por si acaso.

A mí, cómo no, se me puede en política criticar por todo. Por todo aquello que es la política y lo político. Cuando el pasado mes de abril, en una carta dirigida a Rajoy, dejé por propia voluntad el PP y devolví mi carnet de afiliado a Acebes, ya anuncié que no renunciaba a mi acta de diputado. Las sentencias del Tribunal Constitucional con respecto a la relación escaño-diputado hacían impecable que yo, como así he hecho, permaneciera en mi puesto integrándome en el Grupo Mixto hasta el final ya próximo de la presente legislatura. Eso se puede criticar, claro, pero no intentar coaccionar, amenazar, insultar y maltratar de ese modo a un diputado en pleno uso legítimo de sus atribuciones parlamentarias.

Me resultó triste no observar el más mínimo gesto de Rajoy para hacer callar a los que contra mí tronaban epítetos de grueso calibre y que, por educación elemental, no voy a mencionar. El propio grupo socialista, a quien agradezco públicamente su actitud, le instaban a Marín a parar aquello: no hubo tal, fiesta hasta el final.

Me pregunto en voz alta: ¿es ésta la imagen del nuevo centrismo del señor Rajoy y su partido? ¿Es lo que podemos esperar los españoles de la derecha de nuestro país? No tengo palabras para expresar mi inquietud, desaprobación, y tristeza democráticas.

No quise que mi voto sirviese para reprobar a la ministra de Fomento por las siguientes razones: primera, el parlamento no tiene por qué revocar ministros (a todos los efectos, y aunque hubiese triunfado la moción, su valor sólo es simbólico); segundo, el presidente del Gobierno, señor. Zapatero, compareció públicamente, y a petición propia en el Congreso para explicar y pedir todo tipo de excusas a las ciudadanos afectados por el malestar creado por las obras del AVE, muy especialmente en Cataluña. Gesto que le honra. Por otro lado, sólo el jefe del Ejecutivo, constitucionalmente, puede cesar a un ministro de su Gobierno, lo mismo que nombrarlo. Por otro lado, ¿a qué viene reprobar ahora a la señora Álvarez, cuando quedan dos plenos de la actual legislatura y tras las Navidades, estaremos a la espera de que su Majestad el Rey, a propuesta del presidente, firme el decreto de disolución de las Cámaras?

A mí, política e institucionalmente, me parece inadecuado, en esta situación política, plantear reprobaciones ministeriales, y, sobre todo, qué lujo para el PP, poder organizar un circo parlamentario a lomos de Izquierda Unida. Todo un éxito político desde el punto de vista estratégico.

Ya termino. Y lo hago con una pregunta clara, nítida y directa a Mariano Rajoy. ¿Comparte usted, como presidente del Partido Popular, la sarta de insultos soeces, despropósitos de todo tipo y pésima educación cívica, democrática y parlamentaria que una parte de su Grupo me propino en el Congreso? ¿Tan poco le importa el decoro que fue incapaz de realizar el más mínimo gesto “centrado” para intentar aplacar a los alborotadores y sus feroces insultos a mi persona?

Ni qué decir de los supuestos centristas del PP… ¿Dónde estuvieron? Por último, quiero públicamente expresar mi gratitud y reconocimiento a cuantos compañeros de múltiples grupos parlamentarios me mostraron a la salida su solidaridad, su abrazo, incluso su compañía. Y de modo especialísimo al Grupo socialista y a su portavoz , mi amigo, Diego López Garrido que se comportó conmigo como el caballero que es. A todos ellos, mi reconocimiento y mi gratitud personal, democrática, cívica y política.

Sobran imitadores de los viejos “jabalíes” de la II República en este Congreso de los Diputados. Y, a todas luces, algunos precisan clases de educación cívica. Estoy convencido que los españoles, en su momento, ya próximo, juzgaran su desmesura y su profundamente equivocada estrategia política.


JOAQUÍN CALOMARDE
Diputado al Congreso por Valencia, adscrito al Grupo Mixto